miércoles, 2 de diciembre de 2009

Doña Amita


Paseaba por la banqueta de una calle empedrada de un pueblo pintoresco, tranquilo, lleno de gente amable, aun un poco salvo de modernidad, al voltear tras una ventana triste y sombría, se hallaba una viejecita, sentada en un sillón mecedor, con la mirada puesta en aquella ventana, sus ojos reflejaban la tristeza, la nostalgia de un pasado que quizá no volverá, yo me preguntaba que le habrá ocurrido que tanta tristeza llenaba sus ojos, me senté en una banca del zócalo, era tanta mi intriga, que me acerque a un caballero que boleaba sus zapatos, le pregunte si conocía la historia de aquella viejecita, el buen hombre me conto que la señora Amadita había perdido a su único hijo tras un pleito callejero, Amador, su hijo, regresaba de la escuela y desde su ventana Amadita vio como unos maleantes, se peleaban, su hijo pasaba por ahí en ese momento y una puñalada desafortunada le arranco la vida, desde momento amadita no puede superar su perdida y vive desde entonces con ese inmenso dolor tras su ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario